El coco es realmente un fruto muy versatil que se utiliza tanto en alimentación como en el cuidado corporal. Veamos cuáles son sus propiedades, por qué es muy bueno incorporarlo y cómo. ¡Es muy saludable y nutritivo!
Es una de las semillas más grandes que existen. Su composición varía a medida que éste madura pero sabemos que la grasa saturada constituye el principal componente (88,6 % del total). Aporta también fibras, una baja cantidad de carbohidratos (bajo índice glucémico) y de proteínas.
Tiene minerales esenciales para el organismo, entre ellos, el zinc y el selenio que retrasan el deterioro celular. El magnesio, fósforo , hierro y calcio contribuyen al fortalecimiento de los huesos y los músculos (el magnesio se relaciona con el funcionamiento de intestino, nervios y músculos, forma parte de huesos y dientes, mejora la inmunidad y posee un suave efecto laxante); el potasio que es necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso, para la actividad muscular normal e interviene en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.
Destaca además su contenido de vitamina E, de acción antioxidante y de ciertas vitaminas del grupo B (B3, B1, B5 y B6).
Las fibras son claves para un buen tránsito intestinal.
En cuanto a las grasas saturadas hay que detenerse para explicar un poco más: el coco tiene alto contenido graso, por eso, su consumo debe ser equilibrado. Sin embargo, tiene ácidos grasos de cadena media, y no de cadena larga que tienden a almacenarse más rápidamente en forma de grasa, sino que éstos se transforman fácilmente en energía y estimulan el metabolismo, ideal para consumir antes de hacer deportes. Hace poco se demonizó mucho al aceite de coco por este tema, pero se sabe que es un alimento que en su justa medida es beneficioso, de hecho, consumirlo reduce el riesgo de enfermedad cardíaca, ya que sus grasas no elevan los niveles de colesterol.
Este fruto tiene propiedades humectantes para piel y cabellos. También contribuye a proteger los tejidos estomacales aliviando úlceras y acidez. Contiene ácido láurico que se convierte en el cuerpo en monolaurina, un antiviral, antimicótico y antibacteriano que destruye organismos causantes de enfermedades.
El coco se consume en aceite, fresco o seco (rallado o en escamas). A su vez se puede hacer la famosa leche de coco, que es cremosa, riquísima y nos brinda electrolitos; es libre de gluten y de lactosa. Se puede incorporar tanto en el desayuno con otras semillas, como en sopas, risottos para reemplazar a la crema o queso, etc.
¡Lo encontrás en escamas tostadas en el Mix Dolce!
Otro dato más: el aceite de coco es uno de los mejores para usar en la cocina ya que es resistente a altas temperaturas (su punto de humo es 234°), conservando así sus valiosas propiedades. Esto es un gran diferencial con otros aceites vegetales de cadena larga y poliinsaturados que se oxidan cuando se someten al calor, produciendo toxicidad.
Fuentes principales:
www.nutrinfo.com
frutas.consumer.es
