La quinoa es una semilla nativa de los andes sudamericanos, originaria de Perú y Bolivia. Fue un cultivo domesticado hace miles de años por las culturas de Sudamérica y fue alimento básico de las poblaciones prehispánicas hasta la época de la conquista. Era considerado uno de los alimentos «de los dioses» y me gusta creer que es porque es muy completo y poderoso.
Beneficios nutricionales
Es ideal para las personas que quieran llevar una alimentación más basada en plantas por sus proteínas de alto valor biológico ya que la quinoa contiene todos los aminoácidos esenciales. Igualmente, es un alimento super valioso para incorporar en cualquier tipo de elección alimentaria. Además, es rica en fibra, por lo que ayuda a regular los niveles de glucosa en sangre, minerales (hierro, potasio y magnesio), y antioxidantes. Es baja en grasas.
La quinoa no tiene gluten, por lo tanto es una muy buena opción para las personas celíacas o para quienes quieran evitar su consumo. Más allá de eso, es un cereal muy equilibrado apto para el consumo de cualquier persona.
Si se cultiva en tu zona, te la super recomiendo. Si no es local, no es necesario que la incorpores seguido ya que siempre es preferible consumir alimentos de cercanía.
Hay varios tipos de quinoa: roja, blanca, negra. Si podés, elegí un cereal orgánico o agroecológico. Lo más importante es saber cómo incorporarla porque hay algunas cosas a tener en cuenta para su correcta digestión y asimilación. ¡Así que vamos con eso!
¿Cómo se come la quinoa?
Es una de las preguntas más frecuentes. La quinoa, como cualquier semillas, requiere un tiempo de remojo para mejorar su digestión y se debe consumir cocida #antinutrientes. El primer paso es remojarla en agua filtrada o lo más natural posible por 12 horas (de 8 a 12). Por una taza de quinoa ponemos 3 tazas de agua para remojarla. A ese agua de remojo es muy recomendable agregarle un medio ácido como un poco de kefir, vinagre orgánico o jugo de limón, para que la quinoa empiece a fermentar. Eso mejorará su digestibilidad ya que se empezarán a transformar algunos almidones.
Luego de ese remojo de 12 horas procederemos a colar la quinoa y quitar ese agua de remojo (se puede tirar en una planta). La lavaremos con agua filtrada para sacarle la saponina, una sustancia que tiene naturalmente la quinoa que es un jabón (de hecho la podés conservar y lavar los platos con ese jabón). Es probable que haya que lavarla y frotar los granos 1 o 2 veces hasta que disminuya la cantidad de espuma que la quinoa genera.
Luego de este proceso la quinoa ya se puede cocinar con 2 tazas de agua filtrada y una cucharadita de sal intergral. Colocala en una cacerola a fuego fuerte hasta que rompa en hervor. Cuando hierva bajá el fuego y cociná por 20 minutos más hasta que se consuma el agua. Se pueden utilizar también caldos caseros de huesos o de verduras.
Un detalle no menor: masticar bien la quinoa. De lo contrario, es muy común que termine siendo un alimento que podemos ver sin digerir en nuestras heces. Masticar es fundamental nuestra salud digestiva y para aprovechar verdaderamente los beneficios nutricionales y energéticos del alimento.
Conservación
Puede conservarse por 5 días así cocida en la heladera o se puede congelar una vez fría por 2 meses.